La libertad es posible si miramos a Jesús

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Foto de Denise Johnson/FreeImages.com
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La libertad es posible si miramos a Jesús

Juan 3:13-17

Texto para aprender: “puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios”.

Frase Clave: Tu libertad es posible

INTRODUCCION:

Este pasaje bíblico es parte del diálogo que Jesús sostuvo con Nicodemo, un fariseo miembro del Sanedrín judío, que vino a Jesús de noche para hablar con él. Nicodemo había percibido la condición mesiánica de Jesús y se lo hizo saber. Cuando él le dijo al Maestro: “Sabemos que tú has venido de Dios”, Jesús le respondió: “De cierto, de cierto te digo que el que no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios” (Juan 3:3). Esto abrió un diálogo entre ellos que le permitió a Jesús explicarle a Nicodemo el plan de redención. Si vemos toda la conversación nos daremos cuenta de que Jesús le explicó al maestro judío el proceso a seguir para llegar a nacer de nuevo. Este estudio trata de eso. Veamos el texto escogido para hoy:

Nadie subió al cielo sino el que descendió del cielo, el Hijo del hombre, que está en el cielo.
Con estas palabras Jesús se presenta ante Nicodemo como el que puede hablar las cosas celestiales ya que antes de nacer, él vivía en el cielo. Los temas que él estaba tratando eran asuntos del cielo. El nuevo nacimiento es nacer de arriba y el Señor aprovecha la ocasión para explicar el cómo de la regeneración. Debo añadir que el contenido de este verso da validez a la autoridad de Jesús como el Maestro.

Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna.
Jesús usa un ejemplo del Antiguo Testamento para explicarle a Nicodemo el corazón de su misión. La historia ocurrió cuando los israelitas peregrinaban por el desierto. Como había ocurrido en otras ocasiones, se rebelaron contra Dios y él los castigó enviando una plaga de serpientes venenosas para que los mordieran y murieran. El pueblo clamó a Dios y él mandó a Moisés a que construyera una serpiente venenosa de bronce y la pusiera en una asta, para que cuando fueran mordidos miraran la serpiente y se sanaran. Jesús dijo: “así es necesario que el Hijo del hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree no se pierda”. Las serpientes venenosas representan a Satanás y su letal veneno, el pecado; pero la serpiente de bronce en el asta representa la gracia de Dios, por medio de la cual podemos ser libertados de la opresión del pecado. Esta serpiente de Bronce era un símbolo de la crucifixión y muerte de Jesús. Satanás sigue usando el pecado como un veneno mortal para destruir el alma de las personas y enviárlas al infierno. Pero Dios puso a Jesús en la cruz, entregándolo a la muerte por toda la humanidad, haciendo que nuestra libertad sea posible por medio de él. Ahora lo único que la persona pecadora tiene que hacer es mirar al crucificado y creer.

«De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna.
No sabemos con exactitud cuál fue la reacción de Nicodemo cuando escuchó estas palabras de Jesús, especialmente las del verso 16; pero de algo estamos seguros, Jesús impactó su vida. Juan cuenta que cuando el concilio estaba reunido decidiendo la suerte de Jesús, Nicodemo lo defendió tratando de persuadirlos de que no lo condenaran (Juan 7:50, 51); y cuando crucificaron a Jesús, él tomó riesgo ayudando a José de Arimatea a sepultar el cuerpo del Señor (Juan 19:38-42). Creemos que él nunca se habría comprometido de esa manera si no hubiera creído. Cuando alguien cree en Jesús de verdad, toma riesgos. No le importa lo que diga la gente, no se detiene ante el peligro y se niega a sí con tal de agradar a quien le salvó.

Juan 3:16 muestra la forma simple como una persona puede ser libre del pecado. Dice que Dios “ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna” y añade: “Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él”. Esta es la más grande declaración de amor que se haya escuchado alguna vez. A pesar de lo que somos y aunque no lo merecemos, Dios nos ama. Cualquier persona que se encuentre oprimida por el pecado, puede ser libre si cree en Jesús. Esto es, si mira hacia la cruz y confía en su muerte redentora. Ese es el camino que todo ser humano debe seguir. La libertad es posible para el que abre su corazón, se arrepiente de sus pecados y acepta a Jesús como su salvador personal ¿Hay un amor más grande que este? Invito a cualquiera que no se haya entregado a Jesús a que lo haga ahora y reciba salvación y vida eterna, tal como Dios, nuestro Padre, lo ha prometido. Amén.

PREGUNTAS DE REFLEXION:

¿Qué importancia tiene el que Jesús vino a este mundo directamente del cielo?
¿Cuáles pasos dio Nicodemo como prueba de que había creído en Jesús?
¿Has tomado riesgos alguna vez para sostener tu fe en Cristo?
¿Qué tiene que hacer una persona para obtener la libertad en Cristo?

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