El Poder de la Oración y la Alabanza en Situaciones Difíciles

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«Pero a medianoche,  orando Pablo y Silas,  cantaban himnos a Dios;  y los presos los oían.

Entonces sobrevino de repente un gran terremoto,  de tal manera que los cimientos de la cárcel se sacudían;  y al instante se abrieron todas las puertas,  y las cadenas de todos se soltaron.

Se despertó el carcelero y,  al ver abiertas las puertas de la cárcel,  sacó la espada y se iba a matar,  pensando que los presos habían huido.

Pero Pablo le gritó: 

 –¡No te hagas ningún mal,  pues todos estamos aquí!

Él entonces pidió una luz,  se precipitó adentro y,  temblando,  se postró a los pies de Pablo y de Silas.

Los sacó y les dijo: 

 –Señores,  ¿qué debo hacer para ser salvo?

Ellos dijeron: 

 –Cree en el Señor Jesucristo,  y serás salvo tú y tu casa» (Hechos 16:25-31).

El poder de la oración y la alabanza en situaciones difíciles es el tema central en este estudio. La base bíblica se encuentra en Hechos 16 que narra el momento cuando Pablo y su equipo misionero estaban presos en Filipo. Los detalles de las causas de su encarcelamiento se narran en los versículos anteriores: A raíz de la liberación de una muchacha poseída por un espíritu de adivinación, Pablo y sus compañeros fueron llevados ante los tribunales acusados de propagar falsas enseñanzas. Después de ser azotados fueron encarcelados y encadenados en el cepo. Así llegamos al fragmento del capítulo que hemos citado.

  1. La primera reacción de Pablo y Silas ante la adversidad fue adorar a Dios: “Pero a medianoche,  orando Pablo y Silas,  cantaban himnos a Dios;  y los presos los oían” (v.25). De seguro que el personal de la prisión y los presos pensaron que estos nuevos prisioneros estaban locos ¿Qué clase de gente son los cristianos? Estos fueron desnudados, golpeados, azotados y deshonrados públicamente; y por encima de esto los pusieron en el cepo en el peor de los calabozos. Humanamente hablando, la situación no estaba para cantar. Sin embargo Pablo y Silas, olvidándose de lo que les sucedía, abrieron sus labios, elevaron oraciones y cantaron en alta voz de tal modo que los otros presos los oían. La adoración hizo descender la presencia de Dios a la misma prisión. Cuando el cristiano ora, alaba y canta de corazón, hace que Dios se mueva. Ni podemos imaginarnos el cuadro completo de cadenas profesionalmente aseguradas a las manos y a los pies de los prisioneros, soltándose de sus cuerpos como si fueran hebras de cabello. Imagínense la sorpresa de los demás prisioneros al verse libres. La experiencia de Pablo y Silas debe motivarnos a orar más y a ser mejores adoradores. La adoración que agrada a Dios es la que se le ofrece en todo tiempo a pesar de las circunstancia. Esta es la que trae su presencia a nuestras vidas.
  1. El poder de la oración nunca es un tema vacio. Si alguien está en una situación difícil o si necesita pruebas de que Dios acude en ayuda de sus hijos cuando le necesitan, lea esta parte: “Entonces sobrevino de repente un gran terremoto,  de tal manera que los cimientos de la cárcel se sacudían;  y al instante se abrieron todas las puertas,  y las cadenas de todos se soltaron” (v.26). Las oraciones y las alabanzas de los dos misioneros produjo una hermosa imagen de la libertad en Cristo: “las cadenas de todos se rompieron”. Primero pensemos en las cadenas físicas. No hay dudas de que Pablo y Silas estaban bien asegurados. De acuerdo a la orden de prisión así tenía que ser. Sin embargo, quedó demostrado que para Dios no hay nada difícil. No existe un poder suficientemente capaz de detenerlo o de impedir que él haga lo que le plazca. Simplemente las cadenas y los grillos de los pies se soltaron como si nada. El poder de Dios es tan grande que las ligaduras de los demás presos también se soltaron. Simbólicamente esto significa que la liberación que Dios ofrece por medio de Cristo es para todos. Este acto de Dios también incluye a los oprimidos por el diablo de diversas enfermedades corporales, emocionales y espirituales. Todas las personas pueden ser libres por medio de nuestro Señor Jesucristo. No importa quienes sean, solamente tienen que permitir que el Espíritu Santo toque sus vidas y su situación empezará a cambiar inmediatamente.
  2. Las situaciones difíciles que vienen a nuestras vidas pueden convertirse en un testimonio de impacto para que otros se entreguen a Jesús. La muestra la tenemos en el carcelero de Filipo; su primera reacción fue quitarse la vida, el código militar romano era que si los presos se escapaban, el custodia respondía con su vida. Al ver las puertas de la prisión abierta y que las cadenas no sujetaban a los presidiarios, el soldado pensó en un escape masivo y sacó su espada para matarse. Pablo lo detuvo en el acto: “¡No te hagas ningún mal,  pues todos estamos aquí!” (V.28). En otras circunstancias los presos pudieron haber escapado pero el Señor no lo permitió. Cuando Dios obra lo hace para traer bendición y no para maldición. El carcelero, al ver la manifestación del poder de Dios: “pidió una luz,  se precipitó adentro y,  temblando,  se postró a los pies de Pablo y de Silas. Los sacó y les dijo: Señores,  ¿qué debo hacer para ser salvo?” (V.30). Una de las respuestas más bellas e impactantes del Nuevo Testamento se la dieron Pablo y Silas al carcelero: “Cree en el Señor Jesucristo,  y serás salvo tú y tu casa” (V.31). Jesucristo es el único que puede salvar a ser humano. Salvar quiere decir, librar al pecador de la condenación eterna. Cuando los apóstoles le dan esta respuesta al soldado, dejan establecido un principio para que nosotros lo sigamos: a las personas que tienen preguntas sobre el cómo ser salvas, la respuesta siempre es la misma: “Cree en el Señor Jesucristo,  y serás salvo tú y tu casa”. Ya Jesús había dicho antes: “Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por mí” (Juan 14:6). Así que no hay que adornar mucho el mensaje de salvación, es el mismo de siempre: Solo Jesús salva al pecador.

Los versículos 32 y 33 relatan el acto de conversión del carcelero de Filipo. Tal como promete la respuesta que les dieron los apóstoles, literalmente fue salvo él con toda su casa y, sin pérdida de tiempo, fue bautizado con toda su familia. Noten que en Hechos 16 se hace un énfasis especial en la familia. Ejemplos: el hogar de Timoteo cimentado en su abuela y su madre (vv. 1-3; 2 Timoteo 1:4-5); la conversión de Lidia y su casa (vv. 14-15) y la historia del carcelero y los suyos. Esto es un principio bíblico; cuando Dios llega a una vida también alcanzará a los demás miembros de su familia.

  1. El poder de la oración y la alabanza en las personas que las practican es extraordinario. Desata el poder de Dios, produce liberación, mueve al arrepentimiento y el corazón se llena de gozo a causa del perdón que se recibe. Acto seguido a su conversión, el carcelero de Filipo experimento algo diferente en su vida: “Luego los llevó a su casa,  les puso la mesa y se regocijó con toda su casa de haber creído a Dios” (V.34). El Compañerismo cristiano (koinonía) es una de las características más hermosas del cristianismo. En forma espontánea este hombre llevó a Pablo y a sus compañeros a su casa, compartió la mesa con ellos y se regocijó; es decir, de su corazón brotó un gozo santo. El Espíritu Santo llena al nuevo converso de amor fraternal para compartir, de una alegría sincera y de mucho agradecimiento por haber conocido a Dios

En esta lección aprendemos que el cristiano no debe permitir que las adversidades de la vida opaquen la luz de Dios que ilumina su corazón. Tampoco debe dejar que las luchas cotidianas le priven del deseo de orar y alabar a Dios. Cuando oramos y cantamos durante los tiempos de tristezas, enfermedades, persecuciones, etc. Dios se glorifica. Todavía él se mueve en medio de la alabanza de su pueblo. Alabemos juntos, alabemos a título personal, oremos sin desmayar para que el poder de Dios cause un terremoto tan grande que haga huir las circunstancias adversas que vienen a nuestras vidas. Entonces los demonios opresores se irán, las enfermedades serán sanadas, las heridas del corazón serán curadas y nuestros familiares y amigos serán salvos.

Preguntas:

  1. ¿qué lugar ocupa la adoración en tu vida?
  2. ¿Qué hizo Dios con Pablo y Silas y los demás prisioneros cuando adoraron?
  3. ¿Cuáles son algunas cadenas con las que Satanás ata a las personas?
  4. ¿Hay alguna cadena que Dios no pueda romper?
  5. ¿Qué piensas que Dios hará contigo y tu familia si mantienes una actitud de oración y alabanzas?

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