






En esta ocasión tendremos un estudio sobre como amar a Dios sobre todas las cosas. La base bíblica se encuentra en los dos primeros evangelios, Marcos 12:28-31 y Mateo 22:34-40. Transcribimos la porción de Marcos y usaremos la de Mateo como apoyo.
TEXTO BIBLICO: Marcos 12:28-31; Mateo 22:34-40.
“Acercándose uno de los escribas, que los había oído discutir y sabía que les había respondido bien, le preguntó:
–¿Cuál es el primer mandamiento de todos?
Jesús le respondió:
–El primero de todos los mandamiento es: «Oye, Israel: el Señor nuestro Dios, el Señor uno es.
Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas». Este es el principal mandamiento.
El segundo es semejante: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo». No hay otro mandamiento mayor que estos” (Marcos 12:28-31).
Estas palabras de Jesús tuvieron lugar cuando él fue interpelado por los líderes religiosos de Israel, quienes le hacían preguntas para probarle. Tal es el caso que nos ocupa en este episodio. Aquí el Maestro fue interrogado por un intérprete de la ley acerca del mandamiento más importante y su respuesta fue registrada por Marcos y por Mateo.
En este estudio tendremos en mente la pregunta ¿cómo puede una persona amar a Dios sobre todas las cosas? Buscaremos la respuesta en las mismas palabras de Jesús.
PENSAMIENTO CLAVE: Amar a Dios más que a todo lo demás es el acto de más valor en esta vida.
Las personas tienen que saber quién es Dios para poder amarlo.
I.- El Primer Mandamiento: «Oye Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es»,
1) Reafirma el monoteísmo (creencia en la existencia de un solo Dios) que se opone al politeísmo (creencia en la existencia de muchos dioses) y al panteísmo (creencia que afirma que todo es Dios). Del panteísmo se deriva un gran número de las sectas y movimientos espirituales modernos. Ejemplos: la nueva era, la cienciología, iglesia de Dios universal, entre otras. Pero ni existen muchos dioses, ni todo lo que existe es Dios.
2) Nos recuerda el mundo en que vivimos y nos advierte contra toda adoración falsa.
La Biblia nos enseña acerca del único Dios verdadero que se ha revelado a la humanidad. Fuera de Él no hay otro Dios. Por tanto, todo intento de adorar objetos representativos de supuestos dioses o la práctica de comunicarse con los espíritus, es idolatría. La idolatría es condenada por la Biblia y el practicarla lleva al infierno. Ninguna persona necesita buscar otros dioses ya que el Dios verdadero puede ser conocido porque: “ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros, porque en él vivimos, nos movemos y somos” (Hechos 17:27, 28).
¿Cómo debe una persona amar a Dios?
- Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón.
Aprendemos en la Biblia que Dios nos ama con un amor que no se puede medir. Dice Juan 3:16: “de tal manera amó Dios al mundo”, “de tal manera”, es decir, este amor es tan grande que no se puede medir ni se expresar con palabras. El amor de Dios hacia nosotros debe ser correspondido, si no le correspondemos nunca podremos conocerlo ni tampoco podremos amarle como él debe ser amado. Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón tiene un significado muy especial. El corazón se consideraba el centro de las emociones. El centro de los afectos. El humano siempre ha estado dispuesto a brindar todos sus afectos a otras personas, a sus mascotas, a bienes materiales y a otras cosas; pero lo cierto es que nada ni nadie merece más nuestro amor que Dios. El afecto que nos une a Dios es el amor y este amor no puede ser compartido. Debemos amarle con todo nuestro corazón. Dos cosas enseñó Jesús acerca del amor a Dios: Debemos amarlo más que al mundo (incluye placer, el dinero y las amistades); debemos amarlo más que nuestra familia (incluye padres, hijos, esposos/a, etc) y debemos amarlo más que a nosotros mismo.
- B) Amarás al Señor tu Dios con toda tu alma.
Amar a Dios con toda tu alma nos habla de comunión, de adoración y de intimidad con el Señor. Son parecidos pero no son iguales, cada una de estas aporta una nota distintiva a la relación del creyente con Dios. Este mandamiento exige que el alma, la vida misma del ser humano viva solo para Dios, que el único anhelo de su ser sea alcanzar tal intimidad con el Señor que no haga otra cosa que caer rendido a sus pies en franca adoración.
La persona que ama a Dios con toda su alma debe limpiarse de toda contaminación. Las Sagradas Escrituras dicen: “Limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu» (II Corintios 7:1).
1) Contaminación de la carne se refiere a todo pecado que no es espiritual, como son las inmoralidades, las borracheras, la murmuración, los pleitos, etc.
2) Contaminación de espíritu se refiere a todo pecado que por su naturaleza se comete en el espíritu, tales como la adoración falsa (adoración de ídolos o de imágenes de santos), la brujería, hechicería e idolatría, etc.
A veces escuchamos de personas que entregan su alma Satanás a cambio de dinero, de fama, de un amor o algún otro favor. Al entrar en esta clase de adoración o de relación con el mundo de las tinieblas, se deja de amar a Dios con toda el alma y se llega a amar a dioses falsos, deshonrando de esa manera al Dios que nos creó. Según el primer mandamiento, solo a nuestro Dios debemos adorar. Solo a Jesús debemos entregar nuestra alma.
- C) Amarás al Señor tu Dios con toda tu mente.
La gente con frecuencia dice no puedo dejar de pensar en esto o aquello, o alguien dice: “Pienso en ti a cada momento” ¿por qué nos sentimos así acerca de algo o de alguien, pero no podemos sentir lo mismo a cerca de Dios? Lo que el primer y gran mandamiento dice es que debemos estar tan enamorados de Dios, que no podamos estar un solo momento sin pensar en él, sin decirle que lo amamos. A Dios le encanta que sus hijos le digan que le aman, que lo anhelan y que desean estar con él todo el tiempo. El Rey David le cantaba a Dios este canto: “Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo. ¿Cuándo vendré y me presentaré delante de Dios? (Salmos 42:2). David muestra en los Salmos que sus pensamientos pertenecían al Señor.
Debemos llenar nuestros pensamientos de la ley del Señor. Para poder pensar bien en Dios tenemos que vaciar la mente de todo lo que es basura. Muchas de las cosas que tenemos en ella son dañinas y destructivas para la fe. Para conocer cuales elementos dañinos han logrado anidarse en nuestra cabeza, tenemos que pedir ayuda a Dios. Otra vez es David quien nos da el ejemplo:
“Examíname, Dios, y conoce mi corazón;
pruébame y conoce mis pensamientos.
Ve si hay en mí camino de perversidad
y guíame en el camino eterno.”
Salmos 139:23, 24
De seguro que el Señor nos revelará todo lo que hay en nuestra mente que no glorifique su nombre. Y su Espíritu nos guiará por el camino correcto. Pablo escribió: «renovaos en el espíritu de vuestro entendimiento» (Romanos 12:1,2). Dejemos que el Espíritu Santo trabaje en nuestras mentes, de tal manera, que creamos y pensemos solo en Dios y en lo que a él le agrada. Amamos a Dios con toda nuestra mente cuando dejamos que él tome el control de los pensamientos que danzan alrededor de nuestras cabezas. El Señor quiere que llenemos nuestra mente de su palabra, que meditemos en su ley de día y de noche y que lo negativo se convierta en positivo
- D) Amarás al Señor tu Dios con todas tus fuerzas.
La cuarta propuesta del primer mandamiento tiene que ver con el uso de nuestra energía. Con frecuencia terminamos agotados, consumiendo la energía que tenemos en muchas cosas que no son prioritarias en nuestras vidas. Cuando llega el momento de invertir en Dios nos mostramos cansados física y espiritualmente. Damos señales de agotamiento físico cuando no nos involucramos en las actividades de la iglesia; damos señales de agotamiento espiritual cuando dejamos de congregarnos, cuando no participamos del culto de oración y cuando nos quedamos pasivos en la adoración. Dios necesita nuestra fuerza para utilizarla en el bien de su obra. Dios ha prometido renovar nuestras fuerzas si confiamos en él. Su palabra dice:
“Él da esfuerzo al cansado y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas.” (Isaías 40:29). Esas fuerzas no son para invertirlas en agradar al mundo, sino en honrar a Dios tributándole todo el honor que él se merece y amándole con todas las fuerzas de nuestro corazón.
El primero de los mandamientos pone a prueba la manera como amamos a Dios. Cada creyente debe considerar cuál es la clase de amor que le está mostrando al Señor en su relación diaria con él. Si hasta este momento has tenido una inquietud sobre cómo mostrar a Dios un amor invariable, aquí está la regla para medir el peso y la calidad de tu amor por Dios:
“amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas». Este es el principal mandamiento”
PREGUNTAS RELACIONADAS CON EL ESTUDIO
1 ¿Qué es el monoteísmo?
2 ¿Qué significa amar a Dios con todo el corazón?
3 ¿Cuáles pecados contaminan directamente el espíritu?
4 ¿Cómo puedo amar a Dios con todas mis fuerzas?
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