«¡Venid, todos los sedientos, venid a las aguas!
Aunque no tengáis dinero, ¡venid, comprad y comed!
¡Venid, comprad sin dinero y sin pagar, vino y leche!
¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan
y vuestro trabajo en lo que no sacia?
¡Oídme atentamente: comed de lo mejor
y se deleitará vuestra alma con manjares!
Los Sedientos – Agua para el alma es la respuesta de Dios para los que tienen sed. Por la gracia de Dios y las bendiciones del Evangelio. Esta sed implica un deseo insistente, activo e inquieto por encontrar satisfacción en la vida. A quienes se encuentran sumidos en el engaño del pecado, se les invita a venir a las Aguas a comprar sin dinero. La salvación es gratuita para todos. El aporte que Dios exige del ser humano, es aceptar la invitación.
Dios llama a todas las almas sedientas a tomar del agua que da vida. Es una oferta sin límite para el pecador. Dios sabe que la persona pecadora tiene su alma abrasada por una sed ardiente que solo Él puede calmar. La sed espiritual solo se apaga con agua espiritual. Por eso dice: ¡Venid a las aguas!
Comprad sin dinero: Hay tantas personas que creen que con el dinero pueden obtener todo, inclusive la felicidad, pero la vida abundante que el Señor ofrece no tiene precio. En tiempo de los apóstoles hubo un tal Simón, practicante de la magia, que pretendió comprar el don de Dios con su dinero; pero el apóstol Pedro le respondió: “Perezca tú con tu dinero” y los discípulos se apartaron de él. La salvación es gratuita. Una persona solo tiene que creer en Jesús y aceptarlo como su salvador personal y será salva.
Lo que no es pan: se refiere a aquellas cosas que nunca pueden nutrir o satisfacer el alma, como bienes materiales o placeres mundanos. Cómete – Lo que es verdadera y sólida comida, lo que es eternamente bueno. El mundo nunca sacia y siempre deja pérdida, mientras que el Evangelio es verdadera ganancia.
Comed de lo mejor. El evangelio es lo mejor. Jesús dijo: “bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados” (Mateo 5:1-10). A los hambrientos y sedientos dijo: “Yo soy el pan de vida. El que a mí viene nunca tendrá hambre, y el que en mí cree no tendrá sed jamás” (Juan 6:35). Más adelante, pregonando en alta voz anunció: “Si alguien tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior brotarán ríos de agua viva (Juan 7:37-39).
Cualquiera que me escucha, si estás buscando dar sentido a tu vida, dando riendas sueltas a los deseos mundanos y malvados, detente ahí y ven a Aquel que te invita a comprar sin dinero, vino y leche. Esto es ¡Todo el evangelio! – El cual se traduce en bendiciones abundantes que solo Dios puede dar; en particular, la paz y la alegría que brotan del Espíritu Santo, las cuales son mejores que cualquier bien terrenal, y, como la leche nutre el cuerpo, el amor de Dios fortalece el alma con el alimento del perdón de todos los pecados, mediante la fe en Jesucristo, nuestro salvador.
El agua para el alma que tú necesitas para satisfacer tu necesidad espiritual, está disponible para ti, en el momento que desee. Jesús murió en la cruz para que cualquier persona que crea en Él, beba del agua que quita la sed de manera permanente. Él le dijo a la mujer samaritana: “el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna” (Juan 4:14). Amén.